Ese, el celular que ahora permanece en su bolsillo mientras usted lee esto, ese que se ha convertido en un objeto indispensable, o simplemente ese celular que solo utiliza a la hora de llamar; ese aparato, sea de la marca que sea, se ha convertido para los colombianos, y especialmente para los habitantes de Popayán en una amenaza contra su propia vida.
Eran las ocho de la noche, Eliana Muñoz caminaba de regreso a su casa y al cruzar la calle, dos hombres en una motocicleta la detuvieron. En seguida, uno de los hombres le quitó el celular que traía en sus manos, mientras el otro trataba de arrebatarle su cartera, amenazándola con una navaja. “Estaba desesperada, forceje con los hombres, y en su afán de robarme mis cosas me desprendieron parte de la piel de mi brazo”, expresó. Conseguido el hurto, los delincuentes abordaron su moto y desaparecieron en la oscuridad.
Para los payaneses, la posesión de estos aparatos electrónicos se convierte en una causa para poner en peligro la vida, dejando al descubierto la inseguridad que se vive en cada calle y el incremento diario de los índices de violencia y corrupción en la ciudad. Según la Asociación de la Industria Celular de Colombia (Asocel), en el 2011 se robaron aproximadamente 3 millones de teléfonos celulares de unos 45 millones activos. Sin embargo, en la capital del Cauca, no existe un dato preciso de cuantos celulares han sido robados, por la falta de denuncias ante las Unidades de Reacción Inmediata (URI) o en la Estación Policial.
“Robar un celular con un cuchillo es un hurto calificado y agravado, y la persona detenida es conducida ante un Juez de Garantía y tendrá una medida de aseguramiento en una cárcel. Pero cuando el robo es a modo de ‘raponazo’ pasa a ser un hurto simple, y el bandido es llevado ante un Fiscal quien luego de un proceso define la situación del raptor, sin embargo esto queda en palabras, porque nadie se toma la tarea de denunciar”, manifestó Carlos Rodríguez Teniente de la Policía Nacional.
Pero, ¿por qué se roban tantos celulares? ¿qué hay detrás de estos robos? Según las autoridades, una de las principales causas, es la consolidación de un mercado constituido alrededor del hurto de estos aparatos. En la ciudad, el principal punto de compra de los celulares que han sido robados son los locales del Pasaje Comercial Anarkos, donde diariamente se compran celulares, sin que importe la procedencia de los mismos.
Como expresa Rafael Carvajal, un empleado de uno de los locales ubicados dentro de este centro comercial, el negocio de los celulares es muy productivo y tiene grandes márgenes de utilidad. “Un Blackberry comprado legalmente cuesta aproximadamente 700.000 pesos, el vendedor lo trae acá y se le compra por entre 50.000 y 80.000 pesos, porque toca abrirle las bandas, cambiarle el serial para que quede funcionando bien, como nuevo. Luego le cambiamos las tapas, lo montamos en la vitrina y se llegan a vender por 300.000 pesos, generando una ganancia del 400 al 500%”, afirma Carvajal.
‘El gordo’, comerciante de celulares en el “hueco”, como es llamado el Anarkos, explica el negocio, mientras se toma una cerveza en la esquina del centro de la ciudad. “Acá, todo es un negocio, los celulares se conectan a un programa en un computador que les limpia la memoria para que queden sin historial y con nuevo serial, así se pierde el reporte del robo, este proceso depende del celular porque puede costar desde 5.000 hasta 65.000 pesos, todo depende de eso, luego el celular puede ser afiliado a cualquier operador en plan o prepago sin que se den cuenta del ajuste hecho”.
Igualmente, ‘el gordo’ ratifica la existencia de una especie de contrabando dentro del lugar que toca las fronteras con el Ecuador, “con el contrabando algunos arriesgan mucho, ya que hacen traer más celulares de otras regiones del país, incluso del Ecuador y los compran al por mayor; lo ‘jodido’ es cuando llega la DIAN, porque al ver cosas que no están registradas se la llevan y las decomisan, ahí sí que se pierde mucha plata”.
(Espera pronto la segunda parte de éste reportaje.)