sábado, 10 de diciembre de 2011

OPINIÓN: No me preocupa esta guerra, me preocupa mi país


Duber Andrés Ruiz Lasso
@duanrula en twitter

No es que sea insensible ante el trágico padecimiento de las personas colombianas privadas de la libertad y de sus familias, pero ante ustedes reconozco que no asistí a la farsa de marcha nacional en contra del secuestro y de las FARC convocada por el Estado y los medios de comunicación más influyentes del país, como si estas formas de violencia y actores armados fueran los únicos entes y agentes que mantienen esta absurda guerra.


No olvido que afuera hay miles de familias que aún están condenados a sufrir porque sus hijos fueron víctimas de falsos positivos; de masacres y crímenes por las bandas emergentes y paramilitares; por los asesinatos de sicarios; por los que aún hoy en un Estado Social de Derecho quieren mantener el control con represión; y de muchos que se encuentran secuestrados estando libres por la opresión de un sistema mundial que los ha acorralado con las deudas y quiebras, hasta llevarlos a engruesar los índices de pobreza y a inflar las tasas de suicidio.

Tampoco olvido que en nuestro país temas tan importantes como la salud, la educación, la vivienda y el trabajo pasan a un segundo plano cuando destinan un porcentaje brutal del presupuesto nacional para pagar la deuda externa y otro más para mantener la “prosperidad para todos”, que no es más que la continuidad de la “seguridad democrática” de un gobierno que presentó múltiples inconsistencias que han sido tratadas con poca importancia dentro de la justicia de una nación cómplice con la violencia y medio desnudadas por los mass media nacionales.

Por qué al gobierno no le preocupa los 19 millones (44,3%) de colombianos pobres y los 6 millones (14,8%) de indigentes –cifras de la CEPAL, en su último informe-. Que la educación del país es un caos y que una familia tiene que “verse bonito” para mandar a sus hijos al sistema de formación oficial. Que la salud va en detrimento gracias a la Ley 100  y un ejemplo fue la cooperativa SaludCoop, que no es más que la piel del problema. Que los colombianos viven del “rebusque”. Que se permite el robo de la riqueza nacional cuando las multinacionales solo pagan el 4% de las extracciones mineras y a las transnacionales les cobran bajos costos en las aranceles de importaciones para poder hacer sus negocios libremente en el territorio colombiano.

Por qué medios como Caracol, RCN, El Espectador, El Tiempo, otros de orden nacional y con inclusión en la sociedad le dan un tratamiento subjetivo y parcial al tema de la política y conflicto de Estado. Contribuyen a su proliferación con la indiferencia ya que son oficialistas porque muestran una cara del problema. Cuando juegan con los significados al convocar a una marcha por los secuestrados militares que deberían ser considerados como “prisioneros de guerra” según el Tratado de Ginebra que ratifico Colombia; además como si fueran éstos los únicos importantes, olvidando a los civiles en cautiverio que si tienen tal condición. Cuando ponen cortinas de humo para minimizar el impacto de los hechos que involucran al gobierno de turno, porque tal defiende sus intereses.

Saldré a marchar cuando los colombianos decidan protestar en contra de todas las formas de violencia. Cuando el Estado tenga los pantalones de reconocer su participación en los hechos inhumanos, expresados en la política que ha implementado para los más de 44 millones de personas que habitan un paraíso en vía de extinción, un tricolor llamado Colombia con todas las capacidades para ser grande.  Porque creo que en ese momento se acabará esta guerra que disfraza la desatención del Estado hacia la sociedad.

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